sábado, 23 de octubre de 2010

PELÍCULA: SOPHIE SCHOLL: LOS ULTIMOS DÍAS

La opresión nazi se convierte en la co-protagonista junto con Sophie Scholl, una joven y guapa estudiante universitaria que, junto a su hermano y un grupo de amigos deciden ir en contra de la corriente y atacar mediáticamente al criminal sistema que imperaba en Alemania desde la ocupación de Hittler en el poder.

Sophie tuvo una infancia determinada por el ímpetu revolucionario de su padre y el enorme cariño y cuidado de su madre. Diríamos que, en nuestros tiempos, fue una infancia feliz y tranquila (por la libertad que se proclama ahora). Pero en esa época la libertad se distorsiona por la terrible opresión.

Julia Jentsch protagoniza a Sophie Magdalena Scholl, una heroica mujer de la cual sabemos poco pero que conocemos a medida que nos revela sus más íntimos secretos, miedos, pasiones y amores. Sophie mantiene, en toda la película, una firmeza valiente hacia el nazismo. Una dictadura en la cual ella se mantiene alejada y distante.

El filme consiste en observar cómo es que “sobrevive” los días anteriores a su ejecución. Y digo “sobrevive” porque su sosegada actitud la refleja con sus ojos y con su voz. Mide las consecuencias y al mismo tiempo las abandona para dejar marcada una línea de la cual quiere servir de ejemplo para así, surgir y representar a miles de alemanes revolucionarios pero que no tienen valor para hacerlo.

Sophie tiene un hermano quien ayuda también a escribir y difundir las ideas revolucionarias. Pero su hermano lo vemos sólo al final de la cinta. Escuchamos sus ideas sólo cuando le cuestionan en la corte, antes de ser sentenciado.

La familia unida hasta el final. Sophie y su hermano pelearon por sus ideales hasta la muerte. Consignaron luchar ideológicamente hasta la el último segundo de vida. Una relación tan unida que hasta sus padres estaban orgullosos de que se hayan arriesgado por algo que sí valía la pena como era la revolución intelectual.

Durante la película observamos a Sophie siendo interrogada por el director de la policía. Una oficina casi vacía. Una ventana que iluminaba pobremente el lugar. Una luz amarilla que apuntaba directamente al rostro cansado de Sophie. Gritos y desesperación. Frío y silencio. La imagen se descubre con Sophie diciendo su coartada. Su cabello lacio y su tez blanca convierte la valentía de Sophie en algo increíblemente bello. Algo del cual queremos que nos contagie para sobrevivir a los tormentos menores que pasamos. Si tan sólo pudiéramos convertir un segundo de nuestra cobardía por un segundo de su valentía, seríamos felices. Luchar sin dudar, de esa manera tan absurda pero racional, no hace más que idolatrar a Sophie y desearle larga vida.

Pero todo lo bueno siempre acaba y Sophie muere en su campo de batalla con estrellas de honores. Se mantiene directa y locuaz en su personalidad. Desarrolla una capa protectora en donde a pesar de los insultos y la marginación, se permite sobresalir y flotar por toda la bazofia que encuentra en esas cuatro paredes.

La película es claustrofóbica. Es muy centrada y encerrada. No deja espacio para nada más que Sophie y sus coartadas. La música es importante y precisa. El espectador siempre espera salir al aire libre al igual que Sophie pero tampoco puede. Hay pocos momentos en donde podemos ver el sol a través de las nubes pero son en muy pocas ocasiones. Nadie respira y sudamos junto con la joven alemana.

El final es sólo una consecuencia. Pero el director también se horroriza y nos hace “cerrar los ojos” al igual que cuando una madre le tapa los ojos a su hijo para que no vea algo malo. El director cubre la pantalla de negro, convierte la sala de cine en oscuridad absoluta. Mueren los jóvenes idealistas. Mueren proclamando su fe popular. Mueren pero dejan huella en la historia nazi.

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