sábado, 23 de octubre de 2010

PELÍCULA: LITTLE MISS SUNSHINE

Sobre familias “disfuncionales” se ha escrito y rodado en más de cien ocasiones. Lo interesante y original (valga la redundancia mencionar el Oscar recibido por mejor guión original) de Little Miss Sunshine es lo extremo pero a la vez atrayentes y unidos que pueden ser (los miembros de una familia) a pesar de sus diferencias y de su fracasos, que en muchas ocasiones es la causa de todo los problemas: lo moral y psicológico.

Esta película dirigida por la pareja Jonathan Dayton – Valerie Faris, encuentra en el drama, unas pinceladas y bosquejos de comedia burlona y sarcástica. Los personajes son perfeccionistas en sus manías y no entablan relación armoniosa entre ellos, y no porque ellos no lo quieran sino porque obtienen libertad en su prisión psicológica.

La piedra angular de la historia es una pequeña niña de siete años, en la cual, cada miembro de la familia, en mayor o menor medida, invierte su tiempo con sacrificios incluidos para poder satisfacerla en sus sueños más preciados, puros e ingenuos.

La película demora en tener forma. Se va construyendo poco a poco. Lo que vemos al inicio, es una destrucción de la comunicación. Richard (Greg Kinnear), el padre de Olive (Abigail Breslin, nominada al Oscar), está siempre presionado por su esposa Sheryl (Toni Collette), quien lo controla para que no actúe de manera exagerada, influenciando a su hija con pensamientos extraños y competitivos (de manera exagerada).

Alan Arkin, personificando al abuelo drogadicto, tiene conflictos personales tanto como el resto de la familia. El abuelo es impaciente y critica todo lo que se le cruce por el camino. De cada diez palabras, cinco son “malas palabras”. Ama a su nieta y a su hijo. Es amable cuando él quiere serlo y es rudo cuando las cosas se dan de diferente manera.

Su ausencia,casi al final de la historia, es una pérdida importante en la película. El abuelo contiene esa energía que nadie la tiene y nunca nos cansa escuchar las malas palabras que emite a pesar que lo hace exageradamente. Arkin convierte al personaje en alguien perjudicial pero indispensable.

Una de las escenas más dramáticas del filme es cuando Dwayne (Paul Dano) se despoja de meses de auto conservación en silencio (sin emitir palabra alguna) para luego abrirse con un par de gritos desgarradores de desesperanza y luego, en escenas posteriores, lo vemos (de manera inverosímil) con una de las mentes más pacíficas y sosegadas de la película. A pesar de esto Dwayne mantiene cierto tipo de atracción por mantenernos atados a su personaje hasta que empiece a hablar.

No confío mucho en las reflexiones abiertas entre los personajes que acaban de sufrir o perder algo. Es por esto que Dwayne es completamente incoherente en sus palabras pero tampoco es injustificable. Leer a Nietzsche, es como auto proclamarse independiente y soberano de toda posible conquista moral y ética. Por tanto, es probable que dichos cuestionamientos filosóficos estén justificados, pero no en el momento ni en el lugar indicados.

Little Miss Sunshine entretiene y muestra cómo una familia disfuncional termina uniéndose. ¿Acaso así no era desde el principio? ¿Qué fue lo que pasó? Acaso fue la muerte lo que los unió o fue, como al principio propuse, la pequeña de anteojos grandes y gordita. Es más que cierto que un niño, con su ingenuidad, nos haga reír, pero “juntar” a una familia opuesta en gustos y colores, acaso tiene eso algo de cierto o simplemente fue una coincidencia.

Lo que sí es cierto es que los pequeños problemas y los grandes problemas se resuelven gracias a la naturaleza. Una niña pequeña, con su natural pensar y cuestionar, se asemeja de manera asombrosa a la naturaleza, esa naturaleza que muestra todo y no oculta nada. Si comparamos a “la naturaleza” con “Olive” y su pureza, entonces podríamos resolver esto como algo normal y la película entonces, sí tendría sentido.

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