sábado, 23 de octubre de 2010

PELÍCULA: MA NUIT CHEZ MUD O MI NOCHE CON MAUD

“Maud, la petite fille qui réveille avec le monde heureuse et la poésie
sexuelle“

Sólo necesitamos una noche con una mujer inteligente para enamorarnos metafísicamente de ella. Esa noche sólo implicaría conversar de temas superfluos, abstractos, filosóficos y por qué no, religiosos. Esa noche también participarían elementos naturales como un buen vino, bastante frío (para calentar a la fuerza el cuerpo y la mente) y relaciones maduras de ideología extrema y opuesta (me refiero a que si todos pensamos igual, qué de interesante tendría la conversación?).

Por experiencia propia, una noche mágica nos permite soñar con la poesía de la vida. Lo digo por el simple hecho de que quisiera estar ahora con Maud y enamorarme al igual que Jean – Louis. No enamorarme de la forma en que los novios se enamoran, sino de una manera, y como ya lo dije, metafísica, inexplicablemente interna, sin que me afecte los sentidos, sólo que perdure en el tiempo.

Las mujeres interesantes como Maud son libres. Expresan palabras sin temores. Calculan al hombre en esencia y complican las soluciones simples de los hombres. Una mirada profunda y eterna castiga nuestra sosegada paciencia y hace que la subyugación hacia la mujer sea forzada pero intensa, real, contemplativa, incoherente pero razonable.

La conversación la lleva ella. Posee y redirecciona el timón del tema a tratarse. Una sonrisa, una pregunta, un comentario, una observación, una crítica, un pedido, un gesto, todo es bello si sale de su boca porque estamos con ella, en la misma habitación. Jean – Louis es nuestro mensajero. Nuestro intermediario entre la angelical Maud y nosotros.

La noche se vuelve un poco incómoda para Jean – Louis, se siente vulnerable. Nosotros también. Los hombres como Jean – Louis son tímidos. Nosotros somos tímidos. Todos los hombres nos convertimos en tímidos frente a Maud. Una mujer libre como ella no es tan interesante por su libertad, sino por su mirada sonora y su palabra directa. Esa noche se convierte en día. La luz tenue encierra más de un secreto y más de una pasión reprimida. La excitación por la palabra se convierte en protagonista y la voz francesa es el arma de la poesía, como “el fusil del poeta es una rosa”. (gracias Susana Baca por esa maravillosa interpretación y gracias Javier Heraud por inspirar a Chabuca Granda a escribir ese fabuloso poema).

Una vez que Jean – Louis deja a Maud, el resto es causa y consecuencia. Rutina de decisión y monotonía de vida. Matrimonio, hijos, familia feliz. Maud está ya lejos en el tiempo. Su sonrisa, sus pensamientos eróticamente filosóficos se han ido. Jean – Louis realiza la misma fórmula Yin – Yang de los budistas: olvidar – recordar.

Cinco años después…

La playa engendra en su vientre externo el mar, la arena, las pisadas que se impregnan en la arena mojada y que se diluye al tocarse con el agua espumosa. La intensa preocupación de la playa (si es que ésta pudiera dirigirse al ser humano y plantearle un problema) es la del encuentro entre Maud y Jean – Louis.

Sabemos que será la última vez que Jean – Louis la verá y nosotros también. Hay que saborear el más mínimo detalle. El aire que revuelve sus cabellos largos y lacios, la arena no menospreciada pero externa a sus miradas. La incomodidad inherente y obvia siempre existe en el reencuentro pero todo se desvanece y todo el pasado parece cercano.

Unas cuantas palabras rememorando la noche, “nuestra noche” como lo dice Maud. Jean – Louis no deja de decir incoherencias y le dice que no ha cambiado. Quién no cambia. Quién cambia. Quién parece cambiar pero no lo hace. Quién no quiere cambiar. Quién es Maud ahora que se ha vuelto a casar. Acaso es la misma? Parece que sí. Y Jean – Louis es el mismo? Parece que no. Encuentra en Maud una bonita forma de sentirse bien. Quiere recordarla de manera distante pero igual la recuerda. Le sigue pareciendo atractiva. Ella se volvió a casar, él se casó también. A ella le encanta verlo. A él también. El quiere volver a verla. El destino no lo quiere y se despiden hasta dentro de cinco años, hasta dentro de cinco años le responde ella.

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