sábado, 23 de octubre de 2010

PELÍCULA: BLUEBERRY O EL RENEGADO

“Blueberry”, película del 2004, recién llegó a la cartelera peruana como El Renegado. Su director, Jan Kounen, adopta a la ciencia ficción y los efectos especiales para representar una de las características más insolubles y fuertes de los indios americanos: la magia o hechizería, como quiera llamarse.

Este filme, que bordea el western y la fantasía al mismo tiempo, deviene una aventura al presentar al francés Vincent Cassel como Blueberry, un vaquero intrépido, alguacil del pueblo y enamorado de la cultura india, pues fue acogido por un grupo de ellos en el momento en el que sufrió un terrible accidente.

La historia empieza cuando en la década de 1870, Mike Blueberry, quiere atrapar y matar a Wally Blount (Michael Madsen), porque fue quien mató a su novia. Unos cuantos personajes más entre el reparto y una rara historia que sirven para conjugar acción, algunos tiroteos y algunas peleas.

Vincent Cassel, sin dejar nunca de pronunciar su francés, parece un actor rígido, sin exageraciones, con desbordante quietud. Durante sus alucinaciones, momentos de clímax pues sirven para ilustrar la introspección y observación dentro de sí, retrata expresiones difíciles de descifrar. Sin saber si son de dolor o tristeza.

Repasando el resto del casting, “Blueberry” incluye a la preciosa Juliette Lewis como María, hija de un poderoso hacendado. Mujer segura de ella misma como ninguna otra. Poseedora de una mirada matadora y de un valor sobresaliente: la valentía, que mataría al mismo Blueberry. Pero lastimosamente, todo esto suena a cuento viejo, a película ya vista.

Asimismo, Prosit (Eddie Izzard), un bastardo, hijo de la vida pero de la mala vida, es un aventurero que siempre estuvo buscando oro sin importarle nada de nada. ¿Posee alguna otra virtud (si es que se puede llamar virtud a eso)? No, nada más.

Pero no puedo seguir analizando esta película sin mencionar el final. Pretensioso pero logra su objetivo. Todo se trata de recuperar parte de su vida. Perdonar lo imperdonable. Mirar de nuevo a sus recuerdos. Mirar de nuevo a su gastada memoria. Qué importante es analizarnos desde lo más profundo de nuestro ser.

Una bebida alucinógena. ¿Ayahuasca americana? Quizás, eso no importa, lo que importa es su objetivo final. Representar en sueños, la verdad tal y como fue. Aceptando lo que pasó sin cegarnos y sin taparnos los ojos de la mente. Importante final. Final personal, intrínseco que recupera a la pobre película que no contiene muchos giros de tuerca ni contemplación de la naturaleza como excusa para no tenerlas.

Si hay algo que se puede rescatar de “Blueberry”, es también sus efectos especiales. Alucinaciones, representaciones que no existen dentro de la mente. Serpientes representando el tiempo. El tiempo representándose a si mismo. Juego de figuras geométricas unidas al rostro desencajado de Cassel. Un final que merece verse y por tanto, la película también, pero sólo por ser causa de una interesante consecuencia.

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