sábado, 23 de octubre de 2010

PELÍCULA: LA MALDICIÓN DE LA FLOR DORADA

La vida imperial en la China del siglo X no está tan dispar con relación a nuestra vida en el siglo XXI. Si buscamos parecidos, tendríamos que reunir a los personajes principales de esta cinta y exponerlos con una mirada sin prejuicios y con mucha susceptibilidad.

Lo más resaltante de “La maldición de la flor dorada” lo encontramos en las actuaciones, en la estética y no sólo me refiero a la producción magistral de recrear el palacio del emperador Ping (Yun-Fat Chow) sino más bien a las relaciones familiares y sociales entre la familia imperial.

Si sentimos sensaciones extensas en esta historia cinematográfica, es debido, fundamentalmente al aspecto visual en esta película, y esto es definitivamente a la brillantez y calidez que proporciona el color amarillo en sus diferentes tonalidades que ocupan gran parte de la película. Pero se desvanece en algunas escenas con las escenas de exteriores que se cubren con azules oscuros, escenas frías, distintas, acolchonadas con sombríos y lúgubres paisajes.

De alguna manera, esta historia se distingue por la sutileza con que los personajes conquistan la mente de los espectadores aún incrédulos y sobreexpuestos al abundante color y a la tradición cultural oriental.

La Familia
El emperador contiene esa energía y esa mirada calculadora que podríamos recurrir con facilidad al término “cliché”, pero más que determinar al emperador con ese adjetivo, podríamos llamarlo simplemente “consecuencia”. Su soberbia es claramente reflejada por su habilidad de manejar a su familia y a su imperio, utilizando recursos propios de un emperador. La filosofía recorre los pasillos junto con cánticos reflexivos. Su calendario representado por animales y estos representando valores propios de la naturaleza, es expreso reflejo del emperador pero enrumbados y direccionados obviamente para su propia conveniencia.

Los hijos del emperador, Wan (Liu Ye), el príncipe heredero y su hermanastro Jai (Jay Chou) son principios de juventud, pasión, fidelidad y amor. Jai, quien tuvo alguna relación extrema con la emperatriz Fénix (Gong Li), se sitúa dentro de los paradigmas pasionales en un hombre. Pero su adultez poco complaciente y desesperación lo conlleva a realizar acciones propias de la sensibilidad y de los sentimientos encontrados. Wan, luchador y fiel a su madre, la emperatriz, se resiste a pecar en contra de su sangre y se resiste a proseguir el camino ya marcado por su inherente costumbre y tradición. El de ser heredero de un imperio que él no resguarda dentro de su corazón, ni siquiera dentro de su vida como heredero puesto que prefiere morir, a quedarse con él.

La fidelidad al deseo
¿Triangulo amoroso? Podría llamarse así a la relación difícil que tiene que enfrentar el emperador a enterarse obligatoriamente que la mujer con la que estuvo hace muchos años, ha regresado para vengarse o quizás para simplemente hacer valer lo que le fue arrebatado. ¿Existe justicia en el amor y la pasión? O mejor dicho, ¿existe racionalidad cuando se quiere y se puede tener el poder, influenciado por el deseo y la subestimación?

La ética parece no caber en los pensamientos del emperador y éste parece no tener conciencia de aquello. Su magnitud eufórica de mantenerse en el poder o mejor dicho de alcanzar el poder y luego de conservarlo parece inevitable. ¿Lógico y notoriamente metódico? Claro que si. Nada se desea si no se tiene una mínima intención de conveniencia. Es en este punto en que se comprende la soberbia, la arrogancia y la insolencia del emperador Ping hacia su propia familia. Las cartas que propone primero y luego impone para jugarlas están ya echadas y nada ni nadie puede destruirlo. Me refiero específicamente al fracaso de la revolución que indujo la emperatriz, para derrocar o destituir al emperador.

Todos estos eventos se dan lugar en el palacio y específicamente en la época de la Festividad de los Crisantemos. Flores preciosas que crecen en los “jardines”(flores expuestas en masetas, no en un jardín propiamente dicho) en los exteriores de la Ciudad Prohibida de China. Es aquí, en donde en una plataforma se reúne la familia imperial (sentados en una mesa cuadrada, dentro de un círculo) y es en este lugar en donde termina este precioso trama entre novelesco y fantástico, en donde cada personaje cumple un rol consecuente, en un marco filosófico chino exquisito, entre amarillos y dorados y con un director extenuante en reverberación no sólo sonora sino visual, el maestro: Yimou Zhang.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...