sábado, 23 de octubre de 2010

PELÍCULA: EL BUEN PASTOR

La Agencia Central de Inteligencia o CIA de Estado Unidos, convierte a las personas que ingresan en su mundo, en impávidos y brutales “guardianes” que adoptan un temperamento de hierro en pro de la seguridad nacional y de la estabilidad estatal. De esto se trata El Buen Pastor, una película de Robert De Niro, que cuestiona la manera de sobrellevar la “seguridad” de toda una nación en los hombros de un hombre y la manera en que los responsables se hunden en su trabajo oscuro, tan oscuro como la misma conciencia que aniquila la poca fe que tienen en la vida.

Edward Bell Wilson (Matt Damon) se convierte en el personaje de las casi tres horas de proyección y tenemos que reconocer todos sus gestos, que por cierto son escasos. De Niro nos muestra un personaje sosegado no sólo en sus gestos sino en sus movimientos y sus acciones son intelectualmente agresivas y pacientes, calculadoras como buen soldado americano porque Wilson es un soldado pero intelectual, pensador, ideológico.

La película recorre y salta por el tiempo como lo podría hacer una rana en un estanque lleno de flores de loto. Así de variable y voluble es la narración. Los pequeños episodios o escenas que viajan en el tiempo se hacen interesantes a medida que va caminando la historia. Los personajes poco a poco se van descubriendo. El intrigante Alec Baldwin como Sam Murach o el refinado William Hurt como Philip Allen o el mismo De Niro como el general Bill Sullivan se van abriendo paso lentamente durante toda la cinta.

Estos personajes se esbozan en un fondo empañado y el resultado es un sabor amargo. Hubiésemos querido ver más escenas de Baldwin o de De Niro con su cojera pero el guión no los deja demostrar su capacidad de recrear a la naturaleza misma de los actores ni de los mismos personajes y todo queda en el aire. Quizás toda la película queda en el aire. Quizás nada está totalmente dicho o si hay algo, eso no es tan importante.

Citando a mi buen amigo Mario: “Joe Pesci es magia pura”. Esta simbólica apreciación me hizo recordar que la magia está basada no sólo en buenas interpretaciones o en gestos naturales ni en palabras concretas o directas; la magia de Pesci está en su simpleza. Ese acento italiano, esa mirada avejentada, ese tono de voz nos hace recordar la claridad y transparencia que todo actor debe tener al pararse al frente de una cámara.

Pero El Buen Pastor no se queda en algunas interpretaciones ejemplares y maestras, también tiene profundidad y complejidad. La relación que tiene un padre con su hijo y viceversa es uno de los temas principales de esta película. Tema psicológico y abstracto que encuentra sentido resumiendo la larga historia.

La profesión absorbente de Wilson, la tuvo su padre y la tiene su hijo. Esta elección que lo llevó a casarse con su pasión enfermiza y hasta podría decirse obligatoria por consecuencia, la trae inmersa en su mente debido al fuerte impacto que le produjo la relación con su padre.

La vida te enseña, te hace aprender de la coyuntura y de la sociedad que te rodea. Wilson buscó la vida difícil y la obtuvo sin remordimientos. Este paradigma dejó a su hijo la misma imagen. Wilson empieza a comportarse igual que su padre y quién observa desde lejos y escucha desde cerca es su hijo, quien por coincidencia le pone su mismo nombre: Edward Bell Wilson Junior (Eddie Redmayne).

Abuelo, padre e hijo con la misma profesión, con la misma fortuna o casi la misma, seres humanos afectados por su pasado, seres casi inmortales a la infelicidad y a la valentía absurda. Los tres afectados de la misma manera por su trabajo, por la CIA, por la presión y por la peligrosidad de su misión secreta. Tres generaciones infectadas por las mismas circunstancias.

Wilson Jr. se enamora pero cuando decide formar una familia y casarse, la vida de agente secreto revive la inestabilidad del trabajo y queda perpetrado en sus entrañas para convertirse de seguro en un ser insensible. Cuando Wilson recibe la noticia de que Clover/Margaret Rusell (Angelina Jolie), una mujer con la cual tuvo una aventura, está embarazada, el mundo se le viene abajo puesto que en ese mismo momento se estaba enamorando con sentimiento y rompe con su esquema principal y se convierte también en alguien frío e indiferente. Cuando descubren al padre de Wilson y lo catalogan como traidor, decide quitarse la vida para no seguir sufriendo en vida. Estos tres personajes encuentran en sus caminos adversidades que descontrolan su centro básico y prefieren seguir con su obsoleta vida (sin contar el padre de Wilson que prefirió quitarse la vida sin pensarlo dos veces).

Robert de Niro elige una película muy larga, con contenidos diversos y temas profundos. La atmósfera de época, las actuaciones memorables y unos largos minutos son los elementos más obvios al mirar someramente esta cinta. Pero De Niro exige, por parte del espectador no sólo paciencia sino mucha atención. La realización está precisa y logra un confort especial al terminar de verla con sus consecuencias y sus enlaces justo a tiempo. Vale la pena ver esta obra pero no sólo para saber cómo opera la CIA sino para encontrar, en aquellos personajes, el retrato de una vida con consecuencias.

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