sábado, 23 de octubre de 2010

PELÍCULA: EL CODIGO DA VINCI

Ahora comprendo por qué la crítica especializada, en el festival de Cannes, no se dignó a aplaudir en el estreno de “El Código Da Vinci”. La película es una mala adaptación de la novela de Dan Brown del mismo nombre.

Si bien es cierto que el guión fue escrito por Akiva Goldsman (escritor también de “una mente brillante”), el director Ron Howard pudo optar por crear una versión diferente, quizás más personal y “secreta”, pero sólo se limitó a colocar en el écran las imágenes que el libro (al igual que el guión) le dictaba.

Todo comienza con un asesinato dentro del Museo de Louvre y pistas en las pinturas de Da Vinci que llevan a descubrir un misterio religioso protegido por una secta secreta hace dos mil años.

Ron Howard es un director que ha viajado en el cine con películas del Oeste(westerns), hasta al espacio con Apollo 13, surcando la luna. El código Da Vinci se interna en un tema más delicado: la religión, tratando de aseverar la existencia de María Magdalena como esposa de Jesús.

Al igual que “La pasión de Cristo” de Mel Gibson, el director de “el código” quiere atraer la atención del mundo a lo Hollywood, quiero decir, de forma barata (y no me refiero a la millonaria inversión), de forma aburrida, de forma sosegada y mediocre.

Debo de confesar que el libro, a pesar de ser ligero como una pluma, es entretenido y aventurero. Es cierto que también la lectura de un libro y una adaptación del mismo a película, varía por el hecho de tener muchas escenas y hechos, hasta puntos de vista, pero no es excusa para que Ron Howard, director al cual le hubiese confiado hasta los libros de Corin Tellado, realizara tal pieza monótona de diálogo tras dialogo, y esta seguida de monólogo tras monólogo.

Es mi deber, como crítico parcial, darle “Al Cesar lo que es del Cesar”. Es en ese sentido que me conmovió, de forma especial, los flash-backs, que salen un poco de contexto pero interesantes de todas maneras, en donde resultabas de pronto en la época medieval. Ciertamente, estos fueron los puntos críticos en la película. Nos colocaba por momentos en Roma, y en la Europa de brujas injustamente sentenciadas, como también al costado de caballeros templarios y demás personajes salvadores del Santo Grial, asumiéndolo como defensores (los templarios) de la mujer misma.

Como dice el refrán: “Cuando el río suena, es porque piedras trae”. ¿Y por qué no creer que Jesús fue padre de familia, al igual que todos los profetas que existieron hasta ese entonces? Sería absurdo no investigar, dejar de lado pruebas irrefutables, cegarnos con la venda de la fe y no dar ventaja a la tecnología que nos abre las puertas a cada minuto. Nos viene bien, en estos tiempos de cambio, un punto de vista diferente. Porque al fin y al cabo, es sólo una versión cinematográfica y nada más.

Existen muchas versiones de la vida de Jesucristo. Lo que tenemos en cartelera, o mejor dicho, el libro bestseller de Dan Brown, es una versión más de las miles de versiones de Jesús. ¿Por qué la iglesia le tiene tanto miedo a una simple película, y por qué prohibirla en tantos países?

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