sábado, 23 de octubre de 2010

PELÍCULA: LA OSCURIDAD

Una pesadilla de la protagonista despierta nuestro interés en las primeras escenas de la película. La hija de Adèle (Maria Bello), Sarah (Sophie Stuckey), desaparece luego de rodear una especie de monumento, al pie de un acantilado. La madre desesperada empieza a llamarla con gritos. Y no está, desaparece sin dejar rastro.

Es así como John Fawcett, el director de La Oscuridad, y con una larga experiencia en televisión, nos hace entrar a este mundo discreto e incierto de mares agitados, seres invisibles, fantasmas que reviven y todo esto con toques humanos, como la común etapa de incomprensión entre padres e hijos.

James (Sean Bean) vive en una granja en lo alto de un acantilado. Adèle, su ex –esposa, junto con Sarah, su hija, le hacen una visita con el objetivo de recuperar lo que antes tuvieron: una familia. Lamentablemente las pesadillas de Adèle se convierten en realidad y pierden a su hija.

Un comienzo interesante nos hace pensar en que se avecina algo verdaderamente tenebroso. El condicionamiento es propicio para una buena atmósfera oscura y escalofriante. Pero la historia cae conforme los personajes relacionan sus temores y traumas con las ovejas, las leyendas urbanas y los mitos que se cuentan.

De situaciones tétricas pasamos a pensamientos y acciones medianas y flojas. La responsabilidad del director en mostrar coherencia y concordancia se vuelve obsoleta y fuera de lugar. Los flash-back brillosos, valga decir con extremada exposición de luz, son repetitivos, simples, reviviendo acciones del pasado de los personajes menguando la historia principal y la trama de terror que se estaba desarrollando.

Utiliza herramientas convencionales como el sonido elevado al máximo y la cámara en mano. El sonido alto no funciona bien cuando trata de acentuar algún gesto de pánico o algún rostro pálido semejando fantasmas. La cámara en mano ayuda sí en escenas como por ejemplo, donde Sarah se pierde en las profundidades del mar y su madre impotente trata de salvarla.

Asimismo, John y Stephen (director y guionista respectivamente) sostienen que convirtieron el culto y los mitos galeses en elementos clave. Pero lo que no se dieron cuenta, fue que en aquellos elementos claves estaba lo más interesante y no en la crisis familiar como lo muestra el filme junto con Simon Maggin autor de la novela “Sheep” (Oveja), sobre la cual está basada la película.

La Oscuridad contiene buenas interpretaciones, una dirección contemplativa y cumplidora con los elementos del guión, pero el conjunto de temas y sub temas son diferentes, opuestos al objetivo principal de una película de terror, que es precisamente, aterrar al espectador sin necesariamente manejar las sensaciones de manera superficiales y sosegadas.

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