sábado, 23 de octubre de 2010

PELÍCULA: PRINCESAS DE LA CALLE

Unos de los trabajos más delicados y más fáciles al mismo tiempo, se requiere de un punto de vista especial. El director de Princesas, Fernando León Aranoa, salpica las imágenes de prostitutas (los personajes principales) con tenues ideas filosóficas, pero con imágenes reales y temas crudos. Con pinceladas de romanticismo, amor, ilusión y mucha luz al final del camino.

La historia central tiene lugar en España. Caye (Candela Peña) una chica que, por ganarse la vida fácil se prostituye, encuentra a Zulema (Micaela Nevárez), alguien diferente físicamente pero similar en estilo de vida y comparten una buena amistad. Ambas quieren salir a delante. Ambas con objetivos distintos. Ambas encerradas en la retórica del trabajo utilizando como herramienta su cuerpo. Y en el camino, miles de dificultades.

“Princesas” tiene un recurso que explota al máximo, al límite de lo aceptable y rozando lo estresante. Esta opción de filmar con cámara en mano, tiene muchos valores positivos pero muchos negativos también. La película no respira cuando debe respirar y es que, el tener la cámara en mano concentra nerviosismo incluso en escenas que no se requieren de él.

Puede ser muy liberador y generar tensión al mismo tiempo pero sobre expone esta técnica. Una escena vital para darle un climax elevado a “Princesas”, es cuando Caye está almorzando con “el hombre de su vida”, y de pronto, en la mesa de a lado, la reconoce un antiguo cliente suyo. Su nerviosismo y su desesperación la hacen ir al baño a refrescarse un poco. Pero la excitación y la líbido elevada del “antiguo cliente” son tan fuertes que se mete al baño de mujeres a encontrarse con Caye.

Escena imprescindible, fuera del contexto “Light” que tenía hasta ese momento. La fuerza y la impotencia se mostraban de manera cruda y especial. Ningún cabello fuera de su lugar, ningún gesto ni acción distinta al objetivo de la escena, ninguna imagen violenta más que las necesarias.

Pero si continuamos con la película, de lejos podemos notar la diferencia entre Candela Peña y Micaela Nevárez. Esta mujer puertorriqueña que juega el papel de dominicana, contempla aún la inexperiencia en la solidez actoral. A pesar que representa la naturalidad de una ilegal, con su timidez y su impotencia, no complace con su actuación y toma un poco de tiempo acostumbrarse a su estilo y su tono de voz.

Otro tema importante que trata la cinta es sobre los ilegales (en este caso, en España). Cuántas personas salen de sus países a conseguir “una vida mejor” en Europa o Estados Unidos. Zulema, es una mujer que mantiene a su hijo y su mamá que viven en República Dominicana. Diciéndoles que trabaja en un bar y tomándose fotos con el dueño, haciéndose pasar por mesera, encubre su verdadero trabajo de prostituta. Trabajo que trata de escapar, pero que lamentablemente para ella, no puede. Trasnochando día a día, su único objetivo, después de algunos meses de llegar a la madre patria, es conseguir unos papeles y no ser deportada.

Nada dura para siempre y todo cambia. Zulema, no soporta más esa vida. Caye, tampoco soporta más esa vida. Ambas se ven tranquilas pero su consciencia las impulsa a cambiar. Ambas creen en la amistad, en los sueños, en las esperanzas pero la dicha y la fortuna no las ampara y tienen que sufrir un sin fin de situaciones vergonzosas y extremas. Y es que sus trabajos consisten en satisfacer las necesidades masculinas. ¿Existe límites y respetos en la prostitución? ¿Existe una regla o ley que pronuncie con discreción y formalidad la manera de ejercer ese trabajo? ¿Cuantos maltratos se dan por utilizar el cuerpo de manera libre y sin precaución? Es un peligro latente. Es un riesgo. El que no arriesga no gana, pero el que arriesga muchas veces pierde. Y es que “Princesas” no incorpora en sus lineamientos un tema, sino una manera de vivir, de sentir, y de pelear por lo que uno quiere. Algunas deficiencias. Algunos aciertos. No está mal.

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