sábado, 23 de octubre de 2010

PELÍCULA: LOS AMANTES DEL CÍRCULO POLAR

Estoy seguro que alguna vez hemos creído que la vida está llena de coincidencias. En todo caso, por qué no creer en ellas. Pero hay algo que está más allá de una simple coincidencia, y eso es la simple naturaleza de las cosas.

Los Amantes Del Círculo Polar es una película llena de la “naturaleza de las cosas”, valga decir, de coincidencias. Los primeros minutos son intensos. Julio Medem, director del filme, nos muestra la personalidad de los personajes, Otto y Ana, desde que eran niños. Y son su ingenuidad y su pureza la que nos sorprende y enternece.

El director tiene una peculiar forma de contar la historia. Podríamos estar viendo dos películas en una. Una es desde el punto de vista de Otto, con voz en off que completa sus acciones y la otra desde el punto de vista de Ana.

Existen tres momentos marcados en “Los Amantes…”. La niñez, la adolescencia y la juventud. La niñez de Otto nos revela situaciones claves para entender luego sus posteriores reacciones. Pero su adolescencia también es tan dramática como su juventud que es cuando pierde a su madre.

Los sentimientos y sensaciones que ambos personajes viven son intensos y diferentes. Y existen escenas que no se borran de la mente fácilmente.

La escena que comentaré a continuación, se da lugar en el jardín de la casa en donde vivían Otto, Ana, la mamá de Ana y el papá de Otto. Todos como una familia se iban a tomar una foto pero mientras esperan que el papa de Otto cuadre la cámara en el trípode, Ana le da un pequeño papel a Otto en el cual decía: Esta noche te espero en mi cuarto, salta por la ventana ¡Valiente! Otto la mira, la cámara en contrapicado lo observa. Ana lo observa y la cámara en picado la observa a ella. De pronto la cámara de fotos está lista y empieza a sonar una alarma avisando que faltan pocos segundos para que salga la foto. Otto arruga el papel en su mano para que nadie lo viera. El papá dice: Venga chicos, poned la mejor sonrisa de vuestra vida. Y se escucha salir de los labios de Ana, como susurrándole al oído dice: Va - lien - te! Va - lien - te! (obviamente dándole ánimos a Otto para que saltara por su ventana y estuvieran juntos en la intimidad de la noche).

En la próxima escena Otto, sin ningún tipo de expresividad en el rostro, decide ir la habitación de Ana. La atmósfera es muy oscura, azul, el ruido de las ramas de los árboles suenan gracias al viento que sopla muy fuerte, Otto intenta despertarla pero ella no logra hacerlo. Él la destapa un segundo y la ve desnuda. Le pone el papel con el mensaje en su mano, para que cuando se despierte por la mañana, se entere que estuvo en su cuarto y no despertó. Y se va.

Cuando sale de la habitación de Ana, se queda un rato afuera en la intemperie, mirando las ramas moverse. Se mete la mano al pantalón y se masturba por unos segundos. Se vuelve a meter a su habitación. Se desnuda frente a su ventana y empieza a masturbarse de nuevo. Haciendo eso se echa en su cama de espaldas. Se demora cinco segundos para darse cuenta que Ana lo estaba esperando echada en su misma cama. Se sorprende. Ella se voltea, le da la cartita y se empiezan a besar desnudos.

Una escena muy íntima. La composición de la luz la convierte en secreta. El sonido de las ramas que golpea el viento son sus únicos cómplices. La pureza de sus almas se juntaba después de muchos años de conocerse. Se expuso al fin el amor de unos adolescentes frente a nuestros ojos. A pesar que el sueño de Otto se hizo realidad, no mostraba signos de alegría. Acaso su pasión y excitación consistía en la imagen inalcanzable, en lo imposible y ahora que lo tenía, poco importa? Recuerdo una frase de Oscar Wilde: hay dos grandes tragedias en la vida, éstas son: la conquista de la persona amada y la pérdida de la persona amada. Medem, parece seguir el consejo de Wilde utilizando a Otto como elemento principal. La conquista de su “media hermana” lo mantiene sosegado y triste, mientras que la pérdida de su madre lo transforma en algo insano y dañino. La excepción es Ana, que en su mirada y su sonrisa reflejaba todo el amor que se brindaron por mucho tiempo.

Otro tema que muestra Medem en esta película es el tema de la familia. Desde que empieza la película, Otto va perdiendo a su familia. Su padre deja a su madre. Y el padre de Ana fallece y su madre encuentra a otra persona (en este caso, el padre de Otto). Luego la madre de Ana se va con otra persona que, valgan las coincidencias, se llama igual que el padre de Otto y de nuevo una familia vuelve a desaparecer.

Acaso no existen las familia felices en estos tiempos? La fidelidad de las relaciones maritales es tan irreal, inverosímil y exigua que no pueden sobrevivir más que sólo algunos años? Existe la familia feliz? Existe el amor, eso sí se puede apreciar, pero por qué no existe la familia con amor?

Otto y Ana, después de ser una familia y ser amantes en la intimidad de las noches, se separan. El destino los hace cruzarse sin que ambos se den cuenta. Pero el Círculo Polar hace que se encuentren de manera subjetiva para Ana, y de manera objetiva para Otto. Medem siempre diferencia los puntos de vista entre ambos.

Una coincidencia más (y valga las verdades, una bastante forzada) hace que los protagonistas, que los amantes terminen en uno de los lugares más maravillosos de la tierra. Maravilloso no sólo por la naturaleza virgen, sino porque el astro rey, el sol, no desaparece en verano y en invierno se oculta siempre.

El circulo de la vida se rompe en este lugar (Finlandia), es por este motivo que los personajes terminan un circulo de coincidencias y de amores y de pasiones.

Esta película cae en sus coincidencias, y su extrema reflexión del protagonista lo eleva a un nivel diferente al de la realidad. Pero, a pesar de estas objeciones subjetivas, la fotografía resplandeciente en casi toda la cinta, las perfectas actuaciones, tanto de los niños como de los adolescentes, la música sosegada y el movimiento de cámaras, el cual le daba el sentido de los puntos de vistas explicados al detalle, hacen que esta historia sea digna de apreciarla y de sostenerla en la mente, extrayendo de ella la esencia, esa esencia que los protagonistas nos hacen notar a cada palabra, a cada acción y a cada segundo en que van creciendo y en que van sometiéndose a la vida.

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